viernes, 15 de octubre de 2010

Jesús y la mujer sirofenicia. Marcos 7:25-30; Mateo 15:21-28.

I. ALGUNOS ELEMENTOS PREVIOS A CONSIDERAR
a) Cada evangelio tiene su propio objetivo y grupo para el cual fue escrito. Aunque los 3 primeros, Mateo, Marcos y Lucas, relatan gran parte de los mismos eventos (evangelios sinópticos) los agrupan o describen desde su propia perspectiva. El evangelio de Mateo fue escrito para la comunidad judía, para demostrar que Jesús es el Mesías, por ello abundan referencias a profecías del Antiguo Testamento; y el evangelio de Marcos, según  la mayoría de los interpretes, tiene un enfoque más bien a gentiles Romanos. Desde esa perspectiva podemos observar esta narración en los evangelios de Mateo y Marcos.

Por ejemplo, ambos evangelios utilizan distintas palabras para referirse a la mujer. Mateo usa el término “mujer cananea”, puesto que en el contexto judío, se entendía como los antiguos habitantes (véase el libro de Josué) con los que tuvieron que luchar por el territorio y la no adopción de sus dioses paganos (sincretismo). Mientras que el evangelio de Marcos le llama “griega (hellenis), Sirofenicia de nación”, un término mucho más significativo para un romano: era una mujer descendiente de griegos (o de una colonia griega) nacida en la región de sirofenicia; esto implica que probablemente la lengua en que se comunicaron Jesús y la mujer, no fue el arameo sino el griego, idioma común del Imperio romano oriente.

b) Los pasajes son relatados dentro de un contexto y en ocasiones el episodio - La mujer Sirofenia - pueden estar dentro de un discurso más amplio que busca un objetivo global. Ambos evangelios refieren este pasaje dentro de los milagros que hizo el Señor Jesús después del asesinato de Juan el Bautista por parte de Herodes el Tetrarca, en su ministerio en la región septentrional de Israel, esto es, en la zona rural de Fenicia. Resulta interesante notar que estos son los últimos milagros que realiza en la zona; posterior a esto vuelve a Galilea y de ahí a Jerusalén, para morir en la cruz.

II. ANÁLISIS DE LAS PALABRAS DEL SEÑOR JESÚS
En una lectura superficial del pasaje, resultan desconcertantes las palabras del Señor Jesús hacia la mujer Sirofenicia, porque a primera vista parecen un tanto ofensivas o poco comprensibles al lector. No obstante, después de un examen más detallado podremos rescatar las verdades del pasaje.

 

Las palabras de Jesús se pueden analizar en 2 oraciones:

1) El evangelio de Mateo agrega a las palabras de Marcos:
a) No fui enviado sino a las ovejas perdidas del pueblo de Israel (Mateo 15:24, traducción NVI)

2) La segunda oración, que aparece en ambos evangelios es:
b) “No está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros” (Mateo 15:26,  NVI).

b) “Deja que primero se sacien los hijos --replicó Jesús--,  porque no está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros” (Marcos 7:27, NVI).
 


PRIMERA ORACIÓN: No fui enviado sino a las ovejas perdidas del pueblo de Israel 
1)  Con la palabra “enviado”, el Señor Jesús quiere decir: “la misión que divinamente le fue designada”. Tenía una clara apreciación del propósito de su vida, nada lo aferraba a este mundo, porque sabía que moriría. No tenía una barca, ni animales, entró a Jerusalén en un burrito prestado, fue sepultado en una tumba que no le pertenecía. Nada lo aferraba a este mundo, a diferencia de muchos de nosotros.

2)  ¿Pero cual era la misión de la que hablaba?
“Ir a las ovejas perdidas…” y no “ a todas las ovejas…”.
La misión de Jesús era buscar las ovejas enfermas y descarriadas que necesitaban un Salvador. No vino a los autosuficientes fariseos o  aquellos que se creen buenos, sino a los que reconocen su pobreza espiritual ante la santidad y perfección de Dios, ellos son los que necesitan del Salvador Jesús. En las palabras de Jesús: “Sólo los enfermos (pecadores) necesitan de un médico (Jesús)”.
b) “…Ovejas perdidas de Israel. Jesús no salía de las fronteras de Israel, porque su misión divinamente señalada, era a los Judíos. A simple vista, un opositor del cristianismo o indocto, podría argumentar de xenofóbica la actitud de Jesús, pero dicha opinión sólo se basa en una ignorancia de los fundamentos del cristianismo. Puesto que el mismo Jesús, después de resucitar, fue quien les dio las últimas instrucciones a sus discípulos de “ir por todo el mundo y predicar el evangelio” (Mateo 28:26-20, Marcos 16:15-16); debemos comprender que hay una hermosa verdad que sustenta las palabras dichas por el Señor.

El apóstol Pablo se dedica extensamente en la carta a los Gálatas a enseñar esta verdad,  sucintamente la explicación bíblica se puede dar a través de 2 puntos:
i)        Todas las promesas, bendiciones y pactos hechos por Dios, fueron para su pueblo, los (verdaderos) Israelitas, no para nosotros, los no judíos. Pero el Mesías (El Cristo) era, el judío heredero en última instancia de todas esas promesas y bendiciones. 

Para mostrar la explicación de esto, sólo haré mención a dos pasajes:
i.1) Dios bendice a Abraham, padre de todos los Israelíes, así:   
“Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”(Génesis 12:2-3). Dios le dice “serán benditas en ti”, esto es, en un descendiente que vendrá: el Cristo.  Este fue el método que Dios usó para explicar el futuro a aquellos hombres que vivieron en la antigüedad y que no lograban percibir la realidad, sólo veían la sombra que proyectaba la realidad de Cristo.
i.2) El apóstol Pablo lo describe así a la iglesia griega de Éfeso:   
“En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Efesios 2:12).

ii)        Sólo a través de Cristo, es decir: con, por y en unión a Cristo, recibimos las bendiciones de Dios. Sin él no somos llamado “hijos”. El apóstol Pablo usó más de 60 veces el término “en Cristo”, para expresar esa verdad, observemos brevemente algunos pasajes:
* Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles…Gálatas 3:14
* Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús…Romanos 8:1
* Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)…Efesios 2:5.
* De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas…2 Corintios 5:17.

En resumen: Jesús fue enviado a predicar la salvación a los judíos y cumplir perfectamente la ley de Dios, para que después de su resurrección la bendición a través de él mismo, llegue a todos los hombres que crean en él (un creer que implica obedecer), formando un solo cuerpo con él: su iglesia (el reino de Dios). Dios bendijo a los judíos, para que a su vez ellos bendigan al mundo. Nótese que todos los apóstoles, profetas y escritores bíblicos eran judíos y por ellos se expandió el cristianismo al mundo.


LA SEGUNDA ORACIÓN: Deja que primero se sacien los hijos --replicó Jesús--,  porque no está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros”.

Ahora estamos en condiciones de comprender mejor esta oración (En Marcos son 2 oraciones).
Deja que primero se sacien los hijos”, esto es, el pueblo de Israel. Luego, vendría el momento en que las buenas nuevas serían predicadas a todo el mundo (ver el libro de los Hechos).  El Señor sabía que su misión era para los Israelitas y lo explica a la mujer cananea así:

“…no está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros”
¿Cómo explicar algo que todavía no llega a su cumplimiento? Era la problemática en la que se hallaba Jesús. Él siempre fue muy ilustrativo para enseñar y en esta ocasión no fue la excepción, escoge una imagen un tanto familiar: cuando se está dando de comer a un hijo y se acerca el “cachorro” del hogar a observar como se le alimenta. Según las palabras de Jesús, no esta bien quitarle el alimento al niño para dárselo al perrito de la casa.

Encuentro desafortunada la traducción “perro” (NVI, nueva versión internacional), al término original griego Kynarion, diminutivo de Kyon: perro. Significa “perrito”, “cachorro”. Si observamos otras traducciones captaremos esta verdad:
“…no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos”(Biblia de Jerusalén)
“…no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos”(Reina – Valera)
“…no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los cachorrillos”(Nácar – Colunga)
           
En su contexto cultural las palabras de Jesús son tiernas hacia la mujer, uso un eufemismo para amortiguar la verdad que quería expresar y que vimos al analizar la primera oración. Se ha discutido bastante porque Jesús cuestiona el hacer el milagro, pero ya hemos visto una de las razones: explicar una verdad. La segunda, según mi parecer y de muchos comentaristas, la ilustración era una prueba para la fe de la mujer, puesto que, en otro pasaje Jesús se vio enfrentado a un no judío y realizó el milagro sin cuestionamientos:
- Ante un centurión romano (Evangelio de Mateo 8:5-7) ¿Habrá sido judío el siervo?
-  Con la mujer Samaritana (Evangelio de Juan, capítulo 4). Aunque no hizo un milagro, hablo proféticamente con ella y le mencionó acerca de los 5 maridos que había tenido. Los samaritanos, eran antiguos israelitas que se habían mezclado con los Asirios y eran tan despreciados que se evitaba pasar por Samaria, viajando de Jerusalén a Galilea por la orilla del río Jordán. Jesús no sólo fue en contra de esta costumbre, sino que habló con un Samaritano, mujer y estando ambos solos junto al pozo de agua (algo inusitado para un judío de la época). Lo cual es un claro ejemplo que Jesús no era prejuicioso y menos xenofóbico.

Finalmente, podemos concluir que las palabras de Jesús obedecen a la comprensión de su misión, y fueron expresadas a la mujer cananea, tanto para explicar una verdad, como también para poner a prueba la verdadera fe de la mujer; que posteriormente recibió la alabanza de la boca del mismo Señor:

“¡Mujer,  qué grande es tu fe!  --contestó Jesús--.  Que se cumpla lo que quieres”. (Mateo 15:28)